A Martín Berasategui no hay plato que no le quede estupendo. Pero es que, además, nos tiene embelesados con su extensa variedad de ideas para una ocasión gourmet y especial. Si hace unas semanas te presentábamos un risotto de jamón de esos que se recuerdan durante mucho, mucho tiempo, hoy queremos enseñarte a preparar esta receta de Puntalette con hongos y jamón.
La pasta puntalette es muy conocida en Italia pero poco cocinada en nuestro país. El secreto aquí es utilizar un buen jamón ibérico (el nuestro es perfecto, claro) y caldo de carne con mucho sabor.
Y si estás buscando otro tipo de platos, recuerda que Martín Berasategui, nuestro asesor gastronómico, ha compartido muchas más ideas con nosotros. Disfrutar de sus recetas es tan fácil como pasearte por este sandwich roll o por estas riquísimas croquetas de jamón ibérico, por ejemplo. ¡Eso sí que es gourmet!
Ingredientes
80 g de cebolleta picada
30 g de mantequilla
320 g de pasta tipo puntalette
100 g de Jamón Ibérico Sánchez Montero muy picado
100 g de boletus
50 ml de chacolí
800 ml de caldo de carne caliente
80 ml de nata semimontada
40 g de queso rallado curado
40 g de queso mascarpone
1 sopera de buen aceite de oliva
Cebollino picado
Sal y pimienta
Elaboración
En una sartén ancha y baja rehogamos la cebolleta picada muy fina en la mantequilla, con cuidado para que no llegue a dorarse y sin dejar de dar vueltas, para que quede translúcida y suelte toda el agua. Después, como si se tratara de un risotto, añadimos la pasta y sofreímos a fuego muy suave para perlar el grano y dejarlo brillante y translúcido.
Luego, agregamos el Jamón Ibérico Sánchez Montero y los hongos bien limpios y en dados. Dejamos que se sofría bien durante 5 minutos. Aquí es muy importante limpiar bien las setas, eliminando las partes magulladas y todos los restos de tierra.
Mojamos con el vino blanco y lo dejamos reducir a seco. Lo hacemos hasta que aflore de nuevo a la superficie la grasa del sofrito y manteniendo todo el aroma del alcohol.
Para terminar, vamos añadiendo poco a poco el caldo, como si estuviéramos cocinando un arroz cremoso, dejando que se vaya evaporando poco a poco e incorporando más hasta la completa cocción de la pasta. Lo ideal es que quede al dente. Para conseguirlo, lo mejor es ir probando conforme avanza la elaboración, para no pasarnos ni quedarnos cortos.
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